La almendra es más que un simple fruto seco. Tiene algo especialmente noble: un aroma refinado, un ligero dulzor y una sensación de suavidad incluso al morderla. Son apreciadas en todo el mundo, desde los postres italianos hasta los dulces orientales, porque siempre aportan un toque de elegancia y calidez.
Combinan a la perfección tanto con platos dulces como salados. Unas pocas láminas bastan para hacer más interesante una ensalada o más aromáticas unas verduras asadas. Además, se utiliza para elaborar aceite, harina e incluso bebidas, cada una de las cuales conserva su sabor suave y característico.
La almendra es un símbolo de armonía: es a la vez delicada y sabrosa, sencilla y exquisita. Su energía natural y su sabor nos recuerdan que el verdadero placer a menudo se esconde en los pequeños detalles.